En la edificación y en el paisaje urbano la figura de la reconstrucción se desarrolla en virtud de que la sociedad y las personas otorgan valores dignos de conservar en edificios y en alguno de los elementos constructivos que los conforman. Detalles de recercados de huecos, ménsulas, barandillas, fachadas, chimeneas, cornisas, carpinterías bóvedas, suelos, escaleras…, acusan el paso del tiempo y el descuido de sus propietarios.

El mercado o el despertar de la conciencia colectiva de nuestros valores patrimoniales, acuden a salvar estos edificios y estos elementos constructivos

para hacerlos duraderos, testigos y testimonios de una parte de nuestra historia, salvándoles así de la muerte indigna en la escombrera.

Aquello que antes sirvió como vivienda, como almacén, como jardín, como oficinas o como local comercial puede permanecer siéndolo en el futuro si acudimos a su rehabilitación, que en esencia es dejarlo en su origen, pero con un toque de comodidad acorde con las necesidades actuales.

Liberar paredes, techos o suelos de reformas sucesivas hasta llegar a lo más primitivo y útil; dotarlos de instalaciones y complementar los

huecos y cubiertas con aislantes; descubrir nuevas posibilidades y usos que recreen el hábitat hasta hacerlos exclusivos y personales.

La rehabilitación se ha mostrado como la herramienta más adecuada para conformar el espacio a medida de del usuario.

No todo ha de ir a la escombrera si mantiene y conserva valor funcional o económico. A veces se desechan elementos o incluso edificios por la creencia de que todo está en ruina. Un pilar no es toda la estructura, como una viga no es todo un forjado, ni una grieta tiene porque dañar la estabilidad o una gotera arruinar toda la cubierta.

Las reparaciones complementan o sustituyen una disfuncionalidad y son un recurso muy generoso por su bajo coste.pacio a medida de del usuario.